Fase 2: Mejoramiento


¡Hola a todos nuevamente!

Esta semana comenzamos con una nueva cápsula teórica impartida por la profesora Andrea, en la cual se nos introdujo a la siguiente fase de nuestro proceso de análisis barrial. En esta ocasión, el enfoque principal estuvo puesto en cómo avanzar desde la identificación y comprensión de la problemática detectada en el territorio hacia la elaboración de un plan de intervención barrial, también conocido como plan maestro.

Durante la sesión, se nos presentó de forma detallada el camino que debemos recorrer para estructurar una propuesta coherente y con sentido territorial. Se nos explicó paso a paso cómo transitar desde el diagnóstico de la problemática hacia la construcción de una estrategia proyectual que dialogue directamente con lo observado.

Uno de los aspectos más relevantes que se destacó fue que la propuesta debe dar respuesta concreta a los distintos factores abordados previamente, tales como los elementos morfológicos del barrio, la relación con el entorno natural y construido, la estructura social, las dinámicas comunitarias, así como las condiciones de accesibilidad, conectividad, infraestructura, uso del suelo y espacio público.

En este sentido, se enfatizó la importancia de no diseñar soluciones aisladas, sino de plantear una visión integrada del barrio que permita proyectar transformaciones a distintas escalas, respondiendo tanto a problemáticas estructurales como a necesidades cotidianas de la comunidad.

Durante la clase de esta semana vivimos una experiencia distinta y enriquecedora, ya que tuvimos la oportunidad de escuchar y evaluar las presentaciones de nuestros compañeros de otra sección, aplicando la rúbrica que nos fue entregada previamente como guía. Personalmente, considero que esta metodología de enseñanza es muy interesante y efectiva, ya que nos invita a asumir un rol distinto al habitual: en lugar de ser quienes exponen y defienden su trabajo, esta vez tuvimos que ponernos en el lugar del docente, analizando críticamente el proceso y resultado de otros estudiantes.

Este ejercicio no solo nos permitió desarrollar una mirada más analítica, sino también ejercitar la empatía profesional, entendiendo que cada propuesta está influida por las decisiones metodológicas propias de cada equipo, así como por el enfoque de trabajo de sus respectivas docentes. De hecho, el grupo que nos tocó evaluar pertenecía a la sección de la profesora Caamaño, y se notaba una metodología distinta a la nuestra, lo que hizo aún más interesante la comparación y el análisis.

Uno de los puntos que más rescatamos de su presentación fue la claridad con la que expresaron sus capas de análisis, las cuales estaban muy bien definidas y jerarquizadas, permitiendo entender rápidamente cómo construyeron su diagnóstico territorial. En general, demostraron un buen manejo del tema, y fue valioso poder entregarles recomendaciones desde nuestra propia experiencia, ya que también sentimos que iban muy bien encaminados y que pequeños ajustes podrían potenciar aún más su propuesta.

Además de evaluar, también recibimos retroalimentación de nuestro trabajo. La devolución que nos hicieron fue bastante positiva, destacaron varios aspectos que habíamos trabajado con dedicación, lo cual nos hizo sentir que nuestro nivel de avance estaba bien en relación con las otras secciones. Esta instancia fue clave para tomar distancia de nuestro propio proceso y observarlo desde una mirada externa, reafirmando ciertos aciertos y detectando oportunidades de mejora.

Sin duda, compartir con otros compañeros de carrera, aunque no sean de nuestra misma sección, amplía el horizonte del aprendizaje, ya que permite contrastar visiones, estrategias y enfoques proyectuales, generando un ambiente más dinámico y menos monótono en el desarrollo del semestre. Es un recordatorio de que en arquitectura, más allá del trabajo individual o grupal, también aprendemos en comunidad, observando y reflexionando sobre lo que hacen otros.




Para la siguiente clase tuvimos una cápsula y una jornada de trabajo grupal durante la clase, en la que decidimos reunirnos para avanzar en el proyecto y aprovechar el tiempo de forma productiva. El foco principal de la sesión fue revisar y replantear la formulación de nuestra problemática, ya que habíamos recibido comentarios que nos hicieron cuestionar si realmente estábamos abordando el núcleo del conflicto territorial o si, por el contrario, estábamos enfocándonos en una consecuencia derivada de él.

Uno de los aspectos que más discutimos fue el uso de los verbos y conceptos que estábamos utilizando para definir la problemática, ya que se nos señaló que tal vez no eran los más adecuados o precisos. Este tipo de observaciones, aunque en un principio generan cierta frustración o confusión, son muy valiosas, porque nos obligan a detenernos, cuestionar nuestras propias hipótesis y mirar con mayor profundidad la situación que estamos analizando.

En definitiva, aunque no logramos cerrar la definición final de la problemática durante esa clase, fue un momento importante de aprendizaje, porque nos permitió detectar las falencias del planteamiento actual y comenzar a trabajar con mayor claridad sobre cómo reformularlo. Ahora sabemos que debemos afinar no solo el contenido de lo que decimos, sino también el lenguaje que usamos para decirlo, ya que cada palabra tiene un peso específico cuando se trata de analizar territorios y proponer transformaciones significativas.

Posterior a la clase, sentimos que aún quedaban muchas dudas en el aire, por lo que como grupo decidimos reunirnos nuevamente fuera del horario formal para seguir avanzando en la definición de nuestra propuesta. Esta decisión surgió de la necesidad de resolver con mayor claridad el núcleo del problema territorial que estábamos abordando, ya que entendimos que una formulación precisa y bien enfocada es esencial para proyectar cualquier tipo de intervención coherente.

Después de una conversación más profunda, y con mayor claridad conceptual, logramos llegar a una nueva definición de problemática que sentimos que recogía de mejor manera tanto nuestras observaciones en terreno como los análisis anteriores. Finalmente planteamos la problemática como: “Desvalorización de áreas informales de convergencia comunitaria y desvinculación de bordes periféricos con la estructura urbana”. Esta nueva formulación nos pareció más integral, ya que por un lado aborda el deterioro o abandono de ciertos espacios que, aunque no están oficialmente reconocidos, cumplen una función comunitaria muy relevante; y por otro, pone en evidencia la desconexión física y simbólica que existe entre estos bordes y el resto del tejido urbano.

Para seguir trabajando en torno a esta problemática y comenzar a imaginar posibilidades de intervención, nos propusimos como tarea individual la creación de collages visuales, de forma libre y creativa. La idea era representar lo que cada uno imaginaba en términos espaciales y atmosféricos para el sector, sin restricciones formales, sino más bien como una herramienta de exploración intuitiva.

En mi caso personal, opté por trabajar con imágenes generadas mediante inteligencia artificial, aplicando lo aprendido en el electivo de IA e IE en diseño urbano. Utilicé esta herramienta como medio para crear una reinterpretación del sector, incorporando elementos que representaran posibles estrategias de integración, conexión y valorización del borde. A través de esta metodología, pude componer una imagen modificada del diseño urbano existente, introduciendo matices que nos acercaran a lo que proyectualmente comenzábamos a imaginar como intervención.




Eso sería todo en esta semana, algo extensa pero productiva, sin nada más que agregar, nos vemos en la próxima entrada, adiooos.✌️✌️




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